La gastronomía varía de un país a otro y a veces incluso de una región a otra. A veces esa diversidad gastronómica hace que resulte imposible hacer traducciones literales de los nombres de los platos, dado que no hay términos equivalentes en el idioma de destino. Por ende, los menús deben adaptarse, y para ello, por ejemplo, en lugar de usarse el nombre del plato, deben mencionarse sus ingredientes principales.
El croque-monsieur francés, por ejemplo, podría terminar con una traducción en absoluto apetitosa, si se le da una traducción literal. Por ejemplo, al traducirlo al inglés, lo mejor es dejar el término en francés porque la traducción literal es algo parecido a “comer el caballero”. Otro ejemplo divertido podría encontrarse en la República Checa, donde la traducción literal de moravský vrabec es “gorrión de Moravia”. No obstante, los comensales que piden ese plato no terminan comiendo gorriones, sino un ingrediente cotidiano: cerdo.
Algo es seguro: en lo que respecta a las traducciones del sector alimentario y agrícola, lo mejor es rodearse de especialistas que le brinden buen asesoramiento sobre todas sus complejidades.