No se trata de un ejercicio de traducción común, sino que exige conocer bien el país de destino, su cultura y su historia. Además, está la dimensión de marketing, dado que el lingüista debe ponerse en el lugar del cliente y evaluar la relevancia del nombre de la marca.
El desafío consistía en encontrar los recursos adecuados de diferentes culturas y países para llevar a cabo análisis meticulosos y justificados. Los gerentes de proyecto que le asignamos a este cliente coordinaron a distancia el estudio de mercado para la exportación de productos con los nombres nuevos.