El islandés es una lengua con muchas declinaciones, que tiene cuatro casos (nominativo, acusativo, dativo y genitivo) y tres géneros, gramaticales (masculino, femenino y neutro). Los sustantivos, los adjetivos y los pronombres se declina en los cuatro casos y, según el número, en singular y en plural, mientras que los verbos se conjugan en tiempo, modo, persona, número y voz. El alfabeto islandés es un alfabeto latino con 32 letras. Incluye las consonantes Ð (anglicanizada como eth o edh) y Þ (o thorn), esta última ya en desuso en toda otra lengua viva.
En gran medida, debido al movimiento de purismo lingüístico, iniciado a principios del siglo XIX (impulsado por el Romanticismo y el Movimiento Nacionalista Islandés), se han hecho esfuerzos coordinados por evitar que el idioma incorpore palabras extranjeras. Para ello, se formaron nuevas palabras con raíces en el nórdico antiguo o se reciclaron palabras arcaicas y se les dio nuevo sentido para reflejar la evolución de nuevos conceptos y de nueva tecnología. Como resultado, muchos términos “internacionales” (como “computadora” o “radio”) que se han incorporado a una determinada cantidad de idiomas no se encuentran en el islandés moderno y se los reemplazó por neologismos islandeses.