El noble fracaso del esperanto

Los servicios de traducción son esenciales en el mundo actual, ya que los productos, los servicios y la información se vuelven cada vez más globales. Estados Unidos tiene un apetito voraz de consumo por la animación japonesa, los vietnamitas leen novelas francesas, y las empresas de minería australianas ofrecen sus servicios a clientes africanos. Asegurarse de que el contenido se tome del idioma original y se traduzca con precisión a muchos otros idiomas para el mundo entero requiere de mucho esfuerzo y experiencia. En momentos como estos, muchas personas, especialmente los turistas y viajeros, desean que hubiese un idioma que todo el mundo hablara y entendiera. Lo que muchos desconocen es que hubo una vez un intento de satisfacer esta necesidad, con un idioma llamado esperanto.

Un sueño del siglo XIX

Un físico y lingüista polaco llamado L. L. Zamenhof creció en la ciudad de Bialystok durante el siglo XIX y vio que el lugar estaba dividido por el idioma. Los judíos, los alemanes, los polacos y los rusos estaban distanciados entre sí por las diferencias lingüísticas, y Zamenhof creía que, si todos pudieran comunicarse con facilidad, surgirían menos conflictos y malentendidos. En la década de 1880, esto motivó la creación del esperanto, un idioma “artificial” en el sentido de que, a diferencia de otros idiomas desarrollados naturalmente en las diversas regiones por prueba y error y años de uso, el esperanto se ideó con un objetivo en mente: ser un idioma que cualquier persona pueda aprender.

La mayor diferencia entre el esperanto y otros idiomas es que, al contrario del inglés, el esperanto cuenta con un sistema básico de reglas gramaticales fáciles de aprender sin las numerosas excepciones que requieren memorización. El objetivo del esperanto era ser un segundo idioma que los hablantes podrían usar cuando no hablaran con nativos de su región, y, como tal, se hizo con una estructura sencilla y racional que, según afirman algunas personas, permite que sea cuatro veces más fácil de aprender que cualquier otro idioma del mundo. El vocabulario y la gramática básicos son lo suficientemente sencillos como para poder deducir el significado de palabras desconocidas a través del uso de partes existentes del vocabulario.

En muchos aspectos, el esperanto parece ofrecer todo lo que la gente desearía de un idioma. Entonces, ¿por qué no se habla de forma extendida?

El sueño frente a la realidad

 “El esperanto es un idioma más fácil de aprender para las personas de Occidente, gracias a sus raíces eslavas y eurocéntricas, pero sigue siendo dificultoso para los hablantes asiáticos que se rigen por una serie de principios lingüísticos completamente diferente”.

Como producto del pensamiento del siglo XIX, el esperanto ocupa un lugar extraño en la lingüística. El esperanto es un idioma más fácil de aprender para las personas de Occidente, gracias a sus raíces eslavas y eurocéntricas, pero sigue siendo dificultoso para los hablantes asiáticos que se rigen por una serie de principios lingüísticos completamente diferente. También hubo objeciones para aprenderlo como segundo idioma puesto que no estaba reconocido como un idioma útil para los negocios y de uso extendido, como el inglés o el chino hoy en día. La mayoría de los padres prefiere que sus hijos aprendan el idioma local o regional para comunicarse en el hogar mientras aprenden un segundo idioma que se hable más ampliamente para fines profesionales. El inglés sigue siendo mucho más utilizado que el esperanto; desde 2013, este último solo cuenta con unos cientos de miles de personas que lo hablan con fluidez.

A pesar de esto, hay libros, música y otro contenido en esperanto que se sigue produciendo cada año para consumo. De hecho, hasta hay un Congreso mundial de esperanto que se celebra en distintas partes del mundo para que las personas que hablan el idioma puedan asistir y compartir sus intereses. Quizá el esperanto no se haya convertido en el segundo idioma universal que Zamenhof esperaba, pero se ha vuelto un objeto cultural interesante para las personas que aún sueñan con el día en que todos nos entendamos.

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